En México, cuando llega la temporada navideña, es inevitable pensar en el tradicional platillo de los romeritos, hechos con la planta denominada romerito, romerillo o quelite salado, base de este plato que forma parte fundamental de las cenas de Nochebuena y Año Nuevo.
El romerito es un quelite, que de acuerdo con la Conabio (Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad) el término se deriva del náhuatl quilitl, interpretado como hierba comestible o verdura.
Actualmente, se puede entender como las hojas inmaduras, los tallos y las flores comestibles.
Los romeritos constituyen uno de los múltiples cultivos que se pueden encontrar en la milpa.
La mayor producción de quelites se da en temporadas de lluvias, cuando empieza el ciclo agrícola, pues el agua facilita su crecimiento.
La mayoría de los romeritos se producen en la Ciudad de México.
Como todos los quelites, los romeritos son ricos en fibra, minerales (como el hierro y el potasio), y vitaminas (como A y C).
La vitamina C de las hojas promueve la mejor absorción del hierro que contienen.
Además, contiene sustancias bioactivas llamadas fitoquímicos como la clorofila que protegen nuestras células de la oxidación y del daño de nuestro ADN.
Por su riqueza nutrimental se recomienda consumir hojas verdes con frecuencia y los romeritos constituyen una excelente opción.
Además, con ello también recuperamos nuestra dieta tradicional, apoyamos al campo mexicano y a la economía local.
A diferencia de otros quelites, los romeritos no se comen crudos. La forma más común de comerlos es en ‘revoltijo’, un platillo característico de la época navideña y la cuaresma, que los combina con mole, nopal y camarón.
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