Platillo tradicional de pancita mexicana servido en plato hondo
La pancita, platillo tradicional en la gastronomía mexicana, despierta tanto interés culinario como dudas sobre sus efectos en la salud. Más allá de su lugar en la cultura popular, este alimento elaborado con estómago de res contiene nutrientes relevantes, aunque su consumo debe analizarse con cuidado.
En la actualidad, distintos especialistas señalan que una porción de 100 gramos de pancita aporta cerca de 17 gramos de proteína, un elemento fundamental para el mantenimiento muscular y la regeneración celular. Este contenido la coloca como fuente destacada de proteínas animales a un costo accesible en comparación con cortes magros de res.
Además de su aporte proteico, la pancita contiene minerales como hierro y zinc, así como vitaminas del complejo B. Estos micronutrientes participan en funciones clave del sistema inmune y en la producción de energía. Por otro lado, la preparación suele involucrar caldos condimentados y acompañamientos que incrementan la ingesta de sodio y grasas, lo que eleva la necesidad de moderación en su consumo.
Del mismo modo, nutricionistas advierten que, aunque la pancita no es un alimento ultraprocesado, su digestión resulta más lenta debido a su alto contenido de colágeno y tejido conjuntivo. En consecuencia, no siempre es recomendable para personas con padecimientos gastrointestinales.
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Por otro lado, un aspecto relevante es la frecuencia con que este platillo aparece en la dieta mexicana. Datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2024 indican que los mexicanos consumen en promedio 1.5 porciones de vísceras de res al mes, entre ellas la pancita. Esto sugiere que no forma parte del menú diario, lo que reduce la exposición a sus desventajas nutricionales.
En términos energéticos, una taza de pancita aporta alrededor de 150 calorías, cifra menor en comparación con otros guisos tradicionales. No obstante, la cantidad final dependerá de los ingredientes añadidos, como tortillas, salsas y bebidas que acompañen el platillo.
México registró en agosto de 2025 que el 27.2 % de los adultos reporta consumo frecuente de alimentos ricos en grasa saturada, dentro de los cuales se incluyen vísceras como la pancita. Esta cifra refuerza la necesidad de impulsar estrategias de educación alimentaria que orienten hacia un consumo consciente.
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