Eliminar el exceso de grasas saturadas no es una moda, es una decisión que tu cuerpo agradece. En países como México, donde el consumo de alimentos ultraprocesados es alto, disminuir este tipo de grasas puede marcar una gran diferencia en la salud general. Más allá de lo estético, reducir su ingesta impacta directamente en cómo funciona tu organismo por dentro.
Uno de los primeros cambios que se observan es la mejora en los niveles de colesterol. Al bajar las grasas saturadas, el colesterol LDL (el conocido como “malo”) tiende a disminuir, lo que reduce el riesgo de sufrir enfermedades del corazón. Además, este cambio contribuye a mantener limpias las arterias, facilitando la circulación y ayudando a estabilizar la presión arterial.
También se ha observado que, al evitar el exceso de grasas saturadas, las células ganan eficiencia en el manejo de la insulina. Esto se traduce en una mejor regulación de los niveles de glucosa, lo cual es clave para prevenir o controlar la diabetes tipo 2.
Reducir grasas saturadas mejora tu energía y digestión
Este tipo de grasa, presente en productos como embutidos, frituras, mantequilla o bollería industrial, puede hacer más lenta la digestión y generar inflamación en el cuerpo. Al reducir su consumo, muchas personas reportan sentirse menos pesadas y más activas durante el día.
Otro efecto positivo es que la piel puede mejorar, ya que una alimentación baja en grasas saturadas y rica en grasas saludables favorece la salud celular y la producción de colágeno.
Además, cambiar estas grasas por opciones más saludables como el aceite de oliva, el aguacate o los frutos secos tiene un impacto directo en la longevidad. Según la OMS, llevar una dieta equilibrada, baja en grasas saturadas, puede prevenir hasta el 80% de las enfermedades cardíacas prematuras.
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