En México, donde el pan dulce y los refrescos suelen llevarse la fama en temas de glucosa, pocos imaginan que ciertos alimentos salados también pueden disparar los niveles de azúcar en sangre. Papas fritas, arroz blanco o pan de caja son algunos ejemplos comunes. Aunque no tengan sabor dulce, estos productos tienen un impacto directo en la glucemia, especialmente cuando se consumen con frecuencia o en grandes porciones.
Lo salado también puede ser alto en carbohidratos
La clave está en los carbohidratos, no en el sabor. Muchos alimentos salados como galletas saladas, snacks procesados o cereales de maíz tienen harinas refinadas que se convierten rápidamente en glucosa al entrar al cuerpo. Este proceso provoca que el nivel de azúcar en sangre aumente de forma repentina, lo cual puede ser un reto si hay resistencia a la insulina o diabetes.
Además, alimentos como el arroz blanco o el puré instantáneo, aunque parezcan saludables o neutros, también elevan la glucosa con rapidez por su alto índice glucémico. De igual manera, embutidos y productos empacados contienen almidones añadidos que no se perciben en el sabor pero sí en la sangre.
Para evitar subidas rápidas de azúcar, conviene elegir versiones integrales, combinar los alimentos ricos en carbohidratos con proteína y fibra, y limitar productos ultraprocesados. Comer una papa al horno con ensalada y pollo no tendrá el mismo efecto que unas papas fritas solas.
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