El otoño en España no solo trae temperaturas más suaves y paisajes dorados, también marca la llegada de una joya nutritiva: la granada. Esta fruta, que destaca por su color intenso y sabor refrescante, está ganando cada vez más protagonismo en el mundo de la nutrición. Más allá de su aspecto exótico, se trata de un alimento con beneficios comprobados para la salud cardiovascular, digestiva y metabólica.
En la dieta mediterránea, ampliamente recomendada por expertos en salud, la granada tiene un lugar privilegiado gracias a su alto contenido en antioxidantes, sobre todo punicalaginas y antocianinas. Estos compuestos ayudan a combatir el estrés oxidativo, un proceso que puede dañar las células del cuerpo y favorecer el envejecimiento prematuro o enfermedades crónicas.
Fruta de otoño con efecto protector
Diversos estudios recientes destacan que consumir granada puede ayudar a reducir la presión arterial y el colesterol LDL conocido como “colesterol malo” Además, su riqueza en fibra favorece la salud digestiva y puede contribuir al control del azúcar en sangre, lo que la convierte en un complemento valioso en dietas para prevenir la diabetes tipo 2.
La granada también contiene vitamina C, potasio y otros minerales clave para reforzar el sistema inmune justo cuando empiezan los resfriados. Comerla fresca, en zumo natural o como parte de ensaladas otoñales puede marcar una diferencia real en tu bienestar diario.
Abrir una granada puede parecer complicado, pero con un corte en cruz y un ligero golpeteo con una cuchara sobre un cuenco, sus semillas se desprenden con facilidad. Es un snack delicioso, sin necesidad de añadir azúcar ni procesarla.
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