En Italia, expertos en nutrición han empezado a destacar una herramienta sencilla pero poderosa para mejorar la salud metabólica: el agua. Lejos de ser un consejo genérico, beber agua de manera correcta podría influir en los niveles de azúcar en sangre, un dato especialmente relevante para quienes conviven con diabetes tipo 2 o buscan prevenirla. Según Giuseppe Fatati, médico especializado en nutrición y diabetes, una hidratación adecuada puede marcar la diferencia en el control glucémico diario.
El rol del agua en la regulación de la glucosa
El agua participa en casi todos los procesos del cuerpo, y su vínculo con la glucosa no es la excepción. Cuando el cuerpo está deshidratado, se libera más vasopresina, una hormona que entre otras cosas puede afectar la producción de glucosa en el hígado. Además, una buena hidratación favorece la eliminación del exceso de azúcar a través de la orina.
Fatati subraya que no se trata solo de tomar “más agua”, sino de hacerlo de forma constante a lo largo del día. La cantidad ideal varía según edad, actividad física y clima, pero como referencia general se recomiendan entre 1.5 y 2 litros diarios. Lo importante es repartir ese consumo en varias tomas, evitando ingerir grandes cantidades de golpe.
Beber un vaso de agua al despertar, otro antes de cada comida y llevar siempre una botella reutilizable pueden facilitar este hábito. También puede ayudar elegir agua en lugar de refrescos o jugos azucarados, especialmente durante las comidas.
