Elegir qué comer no siempre es fácil. Entre tanta publicidad y productos ultraprocesados en los supermercados de México, el etiquetado de alimentos se convirtió en una herramienta clave para ayudar a las personas a tomar mejores decisiones. Pero, aunque los sellos son visibles, no garantizan un cambio real si no hay hábitos saludables detrás.
El objetivo de estos etiquetados es claro: advertir sobre productos con exceso de azúcar, grasas o sodio. Sin embargo, muchas personas aún compran estos productos por costumbre, falta de opciones accesibles o desconocimiento sobre qué significa realmente cada sello. De ahí la importancia de complementar esta medida con educación práctica sobre nutrición y salud.
Etapa clave: entender el etiquetado de alimentos
Según expertos en salud pública, leer etiquetas no basta si no se sabe qué buscar. Por ejemplo, un producto sin sellos podría tener ingredientes poco nutritivos o artificiales. Por eso, es fundamental enseñar a identificar nombres complicados, comparar porciones y, sobre todo, volver a lo básico: elegir alimentos naturales, frescos y lo menos procesados posible.
Además, leer etiquetas se vuelve más útil cuando se integra en el día a día. Planear comidas, cocinar en casa y preferir agua sobre refrescos son pequeñas decisiones que marcan una gran diferencia a largo plazo.
El etiquetado de alimentos tiene un papel importante, pero su impacto depende de que las personas lo usen como una guía dentro de un estilo de vida saludable. Por eso, se necesita más acceso a información clara y estrategias que fomenten cambios reales, empezando desde la infancia.
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