Una tradición bien marcada cuando se trata de comidas festivas, y entre todos los platos posibles, hay uno que nunca falla: el pollo. Más allá de su versatilidad en la cocina, este alimento es una excelente elección cuando se busca cuidar la salud sin perder sabor ni saciedad.
En tiempos donde el bolsillo y el bienestar pesan cada vez más en las decisiones de compra, el pollo se posiciona como una opción inteligente. Su carne es magra, fácil de digerir y naturalmente baja en grasa, lo que la convierte en una fuente de proteína de alta calidad ideal para todas las edades. En comparación con otras carnes, aporta menos calorías y es rica en vitaminas del complejo B, clave para el metabolismo y la energía diaria.
Nutrición sin complicaciones
Un filete de pechuga cocido, sin piel, cubre más del 50% de las necesidades diarias de proteína de un adulto promedio. Además, contiene minerales como el fósforo y el selenio, que fortalecen huesos y defienden al cuerpo contra el estrés oxidativo. Prepararlo al horno con hierbas o a la plancha con vegetales no solo es saludable, también es sabroso y rápido.
Durante las Fiestas, donde los excesos suelen estar a la orden del día, elegir pollo como plato principal puede marcar la diferencia. Es una forma práctica de ofrecer un menú balanceado y rendidor, que se adapta bien tanto a recetas tradicionales como a propuestas más modernas y ligeras.
Según datos de la Cámara Argentina de Productores Avícolas, el consumo de pollo en el país supera los 45 kilos por persona al año, reflejo de su popularidad en todos los hogares. Para celebraciones familiares, es además una elección económica que rinde más por porción y permite aprovechar al máximo cada parte del ave.
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