La promesa de perder peso rápido resulta atractiva, pero en México y otros países estas prácticas esconden riesgos graves. Muchas dietas extremas aseguran resultados inmediatos a costa de la salud física y emocional.
Ejemplos de dietas absurdas
Una de las más conocidas es la dieta 5-2. Dos días a la semana se reducen las calorías al mínimo y el resto se come normal. También está la dieta de las ocho horas. Esta concentra la ingesta en una franja del día y obliga a ayunar durante el resto. Ambas reducen peso, pero afectan al metabolismo y son difíciles de sostener.
Algunas propuestas son peligrosas. La dieta de la Bella Durmiente promueve el uso de somníferos para dormir más y así evitar comer. Otra, la de las cinco cucharadas, limita cada comida a ese número sin importar el alimento. También existe la variante del “helado” de claras de huevo con edulcorante en lugar de cena. Todas generan carencias nutricionales y problemas digestivos.
Hay dietas que parecen más agradables. La del jamón y el vino promete bajar seis kilos en un mes solo con esos alimentos como base. La Aleluya apuesta por frutas y verduras, pero elimina proteínas completas y grasas saludables. Ambas parecen culturales o naturales, aunque en realidad generan desequilibrios en el organismo.
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Riesgos confirmados en México
La evidencia reciente lo confirma. Un informe de Nielsen de agosto de 2025 muestra que más del 60% de los mexicanos que probaron dietas rápidas recuperaron el peso perdido en menos de seis meses. Además reportaron cansancio, cambios de humor y falta de concentración.