El cerebro no solo vive de pensamientos. También necesita grasa. En España, donde la dieta mediterránea es protagonista, a menudo se subestima la importancia de los lípidos saludables en la función cerebral. Lejos de ser enemigos, ciertos tipos de grasa son esenciales para que el cerebro rinda al máximo.
Más del 60% de la estructura cerebral está compuesta por grasa, especialmente por ácidos grasos como el omega 3. Estos nutrientes no solo protegen las neuronas, también favorecen la memoria, el aprendizaje y el estado de ánimo. De hecho, niveles bajos de grasa buena se han relacionado con ansiedad, fatiga mental e incluso depresión.
Grasa saludable: aliada del rendimiento cerebral
No toda la grasa es igual. Las saturadas, presentes en productos ultraprocesados, pueden inflamar el cerebro y afectar la concentración. En cambio, las insaturadas como las del aceite de oliva virgen extra, el aguacate, los frutos secos y los pescados azules ayudan a mantener la salud mental a largo plazo. Incluir estos alimentos en la dieta diaria puede marcar una gran diferencia.
Además, el cerebro necesita colesterol, pero del bueno: el que forma parte de las membranas celulares y permite la comunicación entre neuronas. Una alimentación pobre en grasa puede afectar esta función y provocar una ralentización cognitiva. Por eso, seguir una dieta equilibrada no es solo cuestión de peso, sino también de salud cerebral.
Una buena estrategia es comenzar el día con grasas saludables: un puñado de nueces o una tostada con aguacate. Incorporar pescado azul dos veces por semana y usar aceite de oliva en crudo son hábitos sencillos con grandes beneficios. También es clave limitar azúcares y grasas trans, ya que entorpecen el funcionamiento neuronal.
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