Comer en McDonald’s suele asociarse con prisas y decisiones automáticas, pero incluso en cadenas de comida rápida es posible elegir mejor. En México, donde estos restaurantes forman parte del paisaje urbano, aprender a ordenar con criterio permite reducir excesos sin renunciar por completo a la conveniencia.
El punto clave está en entender que ninguna comida aislada define la salud. Lo que importa es la frecuencia, el tamaño de las porciones y la combinación de alimentos. Algunas elecciones del menú aportan proteína y energía suficiente sin disparar calorías, grasas saturadas o sodio cuando se consumen de forma ocasional y consciente.
Optar por opciones sencillas suele ser más favorable que elegir versiones “dobles” o con múltiples salsas. Hamburguesas básicas, sin ingredientes extra, resultan menos calóricas que alternativas con queso adicional, tocino o aderezos cremosos. Del mismo modo, sustituir papas fritas por fruta y refresco por agua cambia de manera clara el perfil nutricional del pedido.
McDonald’s y elecciones más inteligentes en el menú
Nutriólogos citados por medios internacionales sugieren priorizar alimentos con proteína moderada y evitar los productos ultraprocesados más cargados de sodio. Un desayuno con huevo y pan simple aporta mayor saciedad que opciones azucaradas. Asimismo, las porciones pequeñas ayudan a mantener el control sin sensación de restricción.
También conviene prestar atención a las bebidas. Las calorías líquidas se suman rápido y no generan saciedad. Elegir agua o café sin azúcar reduce de forma inmediata el impacto calórico total. En consecuencia, pequeños cambios hacen una diferencia tangible cuando se come fuera de casa.
Un dato relevante es que especialistas en nutrición coinciden en que las elecciones simples dentro de menús de comida rápida pueden reducir hasta un tercio de las calorías habituales de un pedido promedio. La información y la moderación siguen siendo las mejores herramientas.
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