En México, tierra de origen del aguacate, este fruto pasó de ser visto con recelo a convertirse en un alimento estrella en todo el mundo. Durante décadas, su alto contenido en grasa generó desconfianza, pero la ciencia nutricional ha despejado los mitos. Hoy, el aguacate no solo es sabroso, también es un aliado comprobado para la salud cardiovascular y metabólica.
El aguacate está repleto de ácidos grasos monoinsaturados, similares a los del aceite de oliva. Estas grasas ayudan a mantener niveles saludables de colesterol, lo que reduce el riesgo de enfermedades del corazón. Además, contiene fibra, potasio, antioxidantes y vitaminas como la E, que favorecen la salud celular. Lo mejor: sacia sin inflamar, lo que lo convierte en un gran aliado en planes de control de peso.
Las grasas buenas del aguacate no son un riesgo, son un beneficio
Durante años, se evitaban alimentos grasos por temor a subir de peso o afectar el corazón. Sin embargo, investigaciones recientes como las de la Universidad de Harvard confirman que incluir aguacate en la dieta puede disminuir el riesgo de eventos cardiovasculares hasta en 21%, sin provocar aumento de peso.
Una porción recomendada es medio aguacate al día, suficiente para aprovechar sus beneficios sin exceder calorías. Va bien en ensaladas, licuados, tostadas o solo con limón y sal. Además, su textura cremosa ayuda a sustituir aderezos ultraprocesados sin perder sabor.
Un estudio publicado en agosto de 2025 por el Journal of Nutrition demuestra que incluir aguacate en dietas equilibradas mejora la absorción de nutrientes clave como la vitamina A, lo que fortalece el sistema inmune y la salud ocular.
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