Ir al gimnasio en México se ha vuelto parte de la rutina para muchas personas, pero aún con meses de esfuerzo, la barriga parece no irse. Y no, no siempre se trata de hacer más abdominales. La razón suele estar en lo que comes, cómo duermes y qué tanto estrés cargas día a día.
Comer saludable va más allá del conteo de calorías
Uno de los errores más comunes es pensar que “comer poco” es igual a “comer bien”. Sin embargo, una dieta pobre en fibra, proteínas o grasas saludables puede impedir que el cuerpo queme grasa de forma eficiente. En especial, cuando se abusa del azúcar o de los alimentos ultraprocesados, el cuerpo acumula grasa visceral, esa que se instala en la zona abdominal y es la más difícil de eliminar.
Además, hacer ejercicio sin ajustar los hábitos alimenticios genera frustración. Para notar verdaderos cambios, es clave que cada comida aporte los nutrientes necesarios para mantener la saciedad, regular el metabolismo y equilibrar los niveles de glucosa en sangre.
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Dormir mal y vivir con estrés también influyen en la barriga
Cuando no se duerme lo suficiente, el cuerpo produce más cortisol, una hormona relacionada con el estrés. Este desbalance hormonal favorece la acumulación de grasa abdominal, incluso si te mantienes activo físicamente. Lo mismo ocurre si vives con mucho estrés: el cuerpo entra en modo alerta y retiene más grasa como mecanismo de defensa.
Incluir momentos de descanso real y cuidar la higiene del sueño pueden marcar la diferencia. Dormir al menos siete horas de forma constante ayuda a regular el apetito y mejora el rendimiento físico.
