Un corazón sano empieza mucho antes de la vida adulta. En México, especialistas recuerdan que la buena nutrición desde la gestación y la infancia es la base para prevenir enfermedades cardiovasculares. Los hábitos adquiridos en esos primeros años influyen directamente en la salud del corazón durante toda la vida.
La nutrición infantil como prevención
La alimentación de las mujeres embarazadas y de los niños pequeños tiene un impacto decisivo en el desarrollo del sistema cardiovascular. Cuando se consumen frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y pescado, el cuerpo recibe nutrientes esenciales que ayudan al corazón a funcionar correctamente. Por el contrario, el exceso de azúcares, sal y grasas saturadas aumenta el riesgo de hipertensión y colesterol alto en edades tempranas.
Además, los pediatras en México insisten en que la lactancia materna es un factor protector clave, ya que fortalece el sistema inmune y regula el metabolismo. Del mismo modo, mantener horarios regulares de comida y evitar el consumo frecuente de ultraprocesados permite que los niños formen una relación positiva con los alimentos.
Hábitos saludables que duran toda la vida
Incorporar rutinas familiares como compartir la mesa, incluir agua simple como bebida principal y motivar el juego activo contribuye al bienestar cardiovascular. También se recomienda enseñar a los niños a reconocer la variedad de colores en su plato, ya que cada tono aporta nutrientes distintos.
Por otro lado, estudios recientes en América Latina señalan que los niños que adoptan una dieta rica en fibra tienen menos probabilidad de desarrollar enfermedades cardíacas al llegar a la adultez. Un dato reciente indica que cada incremento de 5 gramos de fibra al día puede reducir en un 10 por ciento el riesgo de complicaciones coronarias.