Comer fuera de casa no tiene que ser sinónimo de descuidar la salud. En el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, el Café La Blanca ofrece un ejemplo perfecto de cómo tradición y bienestar pueden convivir en el mismo plato. Fundado en 1915, este lugar no solo ha sobrevivido más de un siglo, sino que también se ha adaptado a los nuevos hábitos alimenticios sin perder su esencia.
Una de sus grandes virtudes es la variedad. Desde jugos recién exprimidos hasta avena caliente con fruta, el menú tiene alternativas que equilibran sabor, saciedad y nutrición. La clave está en elegir con conciencia: en lugar de ir directamente por los chilaquiles con extra de crema, puedes optar por huevos al gusto con nopal, jugo verde o un licuado sin azúcar añadida.
Opciones saludables en un entorno tradicional
El ambiente retro de La Blanca no limita sus propuestas. Entre los favoritos de quienes cuidan su alimentación están los huevos al albañil, preparados con jitomate, cebolla y chile, servidos con frijoles. Esta opción aporta proteína de calidad y fibra, ideal para empezar el día con energía y sin picos de glucosa.
Asimismo, su panadería ofrece piezas elaboradas en el lugar. Elegir una con moderación y acompañarla con café solo puede ser un gusto sin culpa. Del mismo modo, los caldos o sopas de verduras son una excelente alternativa ligera y reconfortante, especialmente en desayunos tardíos o almuerzos.
La Blanca demuestra que comer fuera no significa dejar de cuidar la salud. Adaptar tus elecciones al contexto es más realista que evitar ciertos lugares. Y cuando el lugar combina tradición, atención cálida y alternativas nutritivas, el resultado es una experiencia que vale la pena repetir.
