El pan se ha convertido en blanco fácil cuando se habla de subir de peso, pero vale la pena detenernos un momento y mirar con ojo crítico qué dice la evidencia. En España y otros países hispanohablantes, este alimento tradicional convive con falsas creencias que confunden más que ayudan.
Del mismo modo, el pan aporta hidratos de carbono complejos, algo de proteína e incluso vitaminas del grupo B, hierro, selenio y fósforo. El consumo moderado del pan, especialmente el integral, forma parte de una dieta equilibrada. Sin embargo, cuando la harina está refinada puede disminuir su contenido de fibra y nutrientes esenciales. La masa madre y los panes menos procesados mejoran esa calidad nutricional.
Beneficios reales y precauciones al comer pan
Se ha aclarado que el pan no engorda por sí solo y que ningún alimento genera aumento de peso si no se consume en exceso. El control del peso se basa en mantener una alimentación balanceada, dormir adecuadamente y realizar actividad física diaria. Además, especialistas en nutrición señalan que los carbohidratos no deben ser vistos como enemigos; lo importante es considerar la carga glucémica del pan, combinarlo con proteínas y controlar la ingesta calórica total.
Un cambio de hábito que sí marca la diferencia
Reducir una rebanada de pan en cada comida puede significar eliminar alrededor de 140 calorías diarias, lo que se traduce en la pérdida aproximada de un kilo de grasa en poco más de un mes sin modificar otros hábitos. En consecuencia, el tamaño de la porción sí importa y conviene adaptarlo al nivel de actividad física de cada persona para evitar excesos.
Finalmente, el pan no es el enemigo. Puede ser parte de una alimentación saludable si se consume con moderación y se priorizan variedades integrales o elaboradas con masa madre. Se recomienda acompañarlo con proteínas, vegetales frescos y equilibrar las calorías totales para aprovechar sus beneficios sin afectar el peso.
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