En Argentina, cada vez más familias se enfrentan al dilema de las dietas restrictivas para niños. Lo que parece una moda saludable en redes sociales puede transformarse en un riesgo real para el desarrollo físico y emocional de los más pequeños.
Muchos padres buscan alternativas para mejorar los hábitos alimenticios de sus hijos, pero cortar grupos enteros de alimentos sin supervisión profesional no es la solución. Las dietas restrictivas pueden generar déficits de nutrientes esenciales como hierro, calcio o proteínas, claves para el crecimiento y el rendimiento escolar.
Los riesgos de las dietas restrictivas en niños
El entusiasmo por “alimentaciones milagrosas” suele esconder un problema: la falta de equilibrio. Excluir alimentos sin una razón médica clara puede provocar bajo peso, fatiga, problemas de concentración y hasta alteraciones emocionales. Además, los niños aprenden del ejemplo; ver a los adultos obsesionados con prohibiciones alimentarias puede fomentar una relación poco sana con la comida.
Asimismo, los especialistas en nutrición pediátrica de hospitales argentinos alertan sobre otro punto importante: cuando se imponen restricciones severas, aumenta el riesgo de atracones o de conductas alimentarias desordenadas en la adolescencia. Del mismo modo, forzar una dieta sin supervisión genera más ansiedad en la mesa familiar que beneficios.
Construir hábitos saludables desde la infancia
La clave está en enseñar a los chicos a disfrutar de todos los grupos de alimentos en porciones adecuadas. Frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y proteínas magras deben combinarse con la presencia moderada de lácteos y grasas saludables. No se trata de prohibir, sino de guiar.
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