Elegir alimentos con etiquetas como “light” o “0%” suele percibirse como una decisión más saludable. En la práctica, esa percepción no siempre coincide con la realidad nutricional. En México y otros países, estos productos ganaron popularidad por asociarse con control de peso o bienestar, aunque su composición merece una revisión más cuidadosa.
Un alimento “light” significa que uno de sus componentes, como grasa o azúcar, se redujo al menos 30 por ciento frente al producto original. Sin embargo, esta reducción no implica que el alimento sea saludable ni que tenga un mejor perfil nutricional. Tampoco garantiza un menor aporte calórico total ni una mejora en la calidad de los ingredientes.
Cómo interpretar los productos light según expertos
De acuerdo con la Academia Española de Nutrición y Dietética, muchos productos light y 0% son ultraprocesados. Aunque reduzcan un nutriente específico, suelen compensarlo con otros ingredientes como azúcares añadidos, sal, almidones modificados o aditivos. Por ello, su consumo habitual no equivale a una alimentación equilibrada.
Otro punto clave es que estos productos no aseguran pérdida de peso ni beneficios metabólicos. La evidencia disponible indica que su consumo no sustituye una dieta basada en alimentos frescos y mínimamente procesados. Frutas, verduras, leguminosas, cereales integrales y proteínas naturales aportan fibra, vitaminas y minerales que los productos light no siempre contienen.
Además, el reclamo “0%” puede generar una falsa sensación de seguridad que lleve a consumir mayores porciones. Esto incrementa el consumo energético total y reduce la atención en la calidad global de la dieta.
La Academia subraya que priorizar alimentos frescos y revisar listas de ingredientes resulta más efectivo que guiarse solo por mensajes publicitarios en el empaque.
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