Al caminar por supermercados o farmacias en Estados Unidos, es difícil no notar la fiebre por la proteína: yogures, cereales, barras, galletas, ¡hasta agua! Todo parece llevar una etiqueta que promete altos niveles de este nutriente. Pero, ¿realmente necesitamos tanta proteína en nuestra alimentación diaria o se trata de una moda que exagera sus beneficios?
En un país donde más del 60% de los adultos busca mejorar su salud a través de la comida, según datos recientes de la Asociación Internacional de Alimentos, la proteína se ha convertido en protagonista. Y no es para menos. Este nutriente cumple funciones esenciales: ayuda a reparar tejidos, fortalece músculos y apoya el sistema inmunológico. Sin embargo, no todos necesitan la misma cantidad ni deben obtenerla de suplementos o productos procesados.
¿Comer más proteína es siempre mejor?
La respuesta corta es no. Aunque es cierto que la proteína es fundamental, el cuerpo tiene un límite de absorción. Especialistas en nutrición indican que muchas personas ya obtienen suficiente proteína de fuentes naturales como huevos, frijoles, carnes magras, nueces o lácteos. Consumir más de lo necesario no ofrece beneficios extra y, en exceso, podría sobrecargar los riñones o desplazar otros nutrientes importantes.
Además, muchos productos altos en proteína también contienen azúcares añadidos, grasas saturadas o aditivos. Por eso, siempre es mejor optar por alimentos frescos y variados antes que depender de productos procesados.
Lo ideal es personalizar el consumo según edad, actividad física y estado de salud. Por ejemplo, adultos mayores o personas que hacen ejercicio regularmente podrían necesitar un poco más, pero eso no significa duplicar su ingesta diaria.
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