Una lonchera saludable puede ser mucho más poderosa de lo que parece. En países como España, donde uno de cada tres niños sufre sobrepeso u obesidad, los hábitos alimenticios en casa y en la escuela juegan un papel decisivo. La infancia es una etapa crítica: lo que se aprende sobre comida en esos primeros años puede marcar la salud de toda una vida.
¿Por qué importa tanto la nutrición infantil?
Cuando los niños comen mal de forma habitual, no solo suben de peso. También aumenta su riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión y colesterol alto desde edades tempranas. A esto se suma el impacto emocional: pueden aparecer problemas de autoestima, bullying escolar o aislamiento social.
Además, una mala alimentación suele ir acompañada de sedentarismo, lo cual agrava el panorama. Por eso, intervenir desde la niñez no solo es recomendable, es urgente. Fomentar buenos hábitos desde casa, como incluir frutas en el desayuno o evitar productos ultraprocesados en las meriendas, es una forma simple pero efectiva de marcar la diferencia.
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Hábitos que sí funcionan contra la obesidad infantil
Los cambios positivos empiezan por cosas pequeñas. Por ejemplo, involucrar a los niños en la preparación de los alimentos les da autonomía y aumenta su interés por comer mejor. También se recomienda establecer horarios fijos para las comidas y ofrecer agua como bebida principal.
La evidencia sugiere que cuando la familia completa mejora su alimentación, el cambio es más sostenible. Del mismo modo, reducir la exposición a anuncios de comida chatarra o limitar el uso de pantallas antes de dormir también influye.
Un estudio del Ministerio de Sanidad en agosto de 2025 reveló que solo el 13% de los niños en edad escolar consume verduras a diario. Este dato reafirma la necesidad de priorizar la nutrición infantil en todos los entornos.
