La típica salida de emergencia a una hamburguesa con papas o ese antojo de pizza un sábado por la noche puede parecer inofensivo. Total, si el resto de la semana se come saludable, no debería pasar nada… ¿verdad? Sin embargo, nuevos hallazgos advierten que incluso consumir comida rápida de forma ocasional puede tener consecuencias duraderas en el cuerpo.
Investigadores del Instituto de Investigación Biomédica del Hospital de Sant Pau en Barcelona alertan que el simple consumo esporádico de comida ultraprocesada puede activar respuestas inflamatorias que alteran el equilibrio intestinal. Este desequilibrio, conocido como disbiosis, se asocia con enfermedades crónicas como diabetes tipo 2, hipertensión o trastornos digestivos..
Por qué la comida rápida sigue siendo un riesgo
Los productos ultraprocesados suelen incluir grasas saturadas, aditivos, sal en exceso y azúcares ocultos. Este cóctel perjudica el sistema digestivo, incluso si se consumen de forma puntual. En países como España, donde se estima que al menos el 25% de la dieta proviene de estos alimentos, el riesgo es más evidente.
Una dieta rica en vegetales, legumbres, frutas y alimentos frescos protege contra esta inflamación persistente. Por ello, optar por una alimentación mayoritariamente natural no es solo una elección saludable, sino un escudo preventivo contra enfermedades a largo plazo.
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Cómo cuidar tu salud intestinal día a día
Reducir al mínimo el consumo de comida rápida es clave, pero también lo es incorporar prebióticos y probióticos naturales, como el yogur, el kéfir o los alimentos fermentados. Dormir bien, manejar el estrés y mantenerse activo físicamente también mejora la salud intestinal.
Un dato relevante: un análisis publicado en agosto de 2025 reveló que más del 60% de las personas que consumen comida rápida una vez por semana presentan marcadores de inflamación elevados, aunque su dieta general sea sana.
