Las mandarinas son una de las frutas más queridas en México por su aroma, dulzura y facilidad para comerlas en cualquier momento. Sin embargo, pocos saben que su verdadero tesoro no está solo en la pulpa, sino en los filamentos blancos que la rodean. Esa parte que muchos quitan por costumbre, llamada albedo, esconde una sorprendente concentración de nutrientes que vale la pena conservar.
Especialistas en nutrición explican que el albedo puede contener hasta 20 veces más antioxidantes que el jugo o la pulpa. Estos compuestos ayudan a proteger las células del daño oxidativo y fortalecen el sistema inmunitario. Además, el albedo es una fuente natural de pectina, una fibra soluble que favorece la digestión y ayuda a mantener niveles saludables de colesterol y glucosa.
Beneficios ocultos del albedo en las mandarinas
Al consumir los gajos con su albedo, el cuerpo recibe una combinación equilibrada de fibra, antioxidantes y vitamina C. Esta mezcla apoya la salud cardiovascular, mejora la saciedad y contribuye al bienestar intestinal. En México, donde la mandarina abunda en temporada, aprovecharla completa es una forma sencilla y económica de sumar nutrientes a la dieta diaria.
Por otro lado, la pectina del albedo puede actuar como prebiótico, favoreciendo la flora intestinal y ayudando a prevenir problemas digestivos comunes. Incorporar esta práctica también reduce el desperdicio alimentario, promoviendo un consumo más consciente.
Si este artículo te está gustando, podrías leer: La bebida reconfortante que cuida tu sistema inmunológico
Recientes estudios internacionales publicados en 2025 confirman que el albedo contiene compuestos fenólicos con propiedades antiinflamatorias, lo que refuerza su papel como aliado en la prevención de enfermedades crónicas. Así, dejar esos filamentos blancos en cada gajo es una decisión pequeña que puede marcar una gran diferencia en la salud diaria.
