Cada vez más mexicanas y mexicanos incorporan la kombucha a su rutina diaria. Esta bebida fermentada, con su sabor ácido y ligeramente dulce, ha ganado fama por sus supuestos beneficios para el intestino, la digestión y el metabolismo. Sin embargo, aunque muchos la consideran un “elixir saludable”, la ciencia aún pide cautela.
La kombucha se elabora a partir de té, azúcar y un cultivo simbiótico de bacterias y levaduras llamado SCOBY. Durante la fermentación, las levaduras transforman el azúcar en gas y pequeñas cantidades de alcohol, mientras que las bacterias generan ácidos orgánicos. El resultado es una bebida efervescente, con compuestos antioxidantes y microorganismos vivos, que puede ser una opción más natural frente a los refrescos industriales.
Los beneficios de la kombucha bajo la lupa científica
Algunos estudios recientes han explorado su relación con la salud intestinal y la regulación del azúcar en sangre. En un ensayo realizado en Brasil en 2024, quienes consumieron kombucha durante diez semanas reportaron menos reflujo y sensación de hinchazón, aunque sin cambios significativos en el peso corporal. Otro pequeño estudio halló que, en personas con diabetes tipo 2, una taza diaria ayudó a reducir los niveles de glucosa en ayunas, aunque los resultados aún no son concluyentes.
De igual manera, especialistas advierten que los beneficios pueden variar según la persona y el tipo de kombucha. Las versiones con bajo contenido de azúcar podrían ser una alternativa más saludable a las bebidas azucaradas. Pero los lotes caseros requieren precaución, ya que una fermentación incorrecta puede generar bacterias dañinas.
Los expertos coinciden en que la kombucha, cuando se consume con moderación y dentro de una dieta equilibrada, puede ser una bebida segura y refrescante. Más allá de las modas, el equilibrio sigue siendo la clave para cuidar tu salud digestiva y general.
