La alimentación es mucho más que energía para el cuerpo: puede marcar la diferencia entre complicaciones y calidad de vida, especialmente cuando se trata del cuidado de los riñones. En España, tras un año récord en trasplantes renales, los especialistas en nefrología están volviendo la mirada hacia algo que todos podemos controlar día a día: lo que comemos.
A partir de agosto de 2025, la Sociedad Española de Nefrología (SEN) ha reforzado su llamado a integrar la nutrición en todas las etapas de la enfermedad renal crónica, incluyendo antes y después del trasplante. ¿Por qué? Porque una dieta adecuada ayuda a reducir el riesgo de infecciones, mejora la tolerancia a los tratamientos y, en algunos casos, incluso retrasa la necesidad de diálisis.
¿Qué significa realmente “nutrición renal”?
Aunque muchos asocian el cuidado renal solo con “comer sin sal”, la realidad es mucho más amplia. En pacientes con enfermedad renal, controlar el fósforo, el potasio y el aporte calórico es clave. Pero esto no significa vivir a base de restricciones. Al contrario: los nutriólogos expertos en nefrología diseñan planes alimentarios flexibles y sabrosos que se adaptan a cada etapa y situación.
Por otro lado, mantener un estado nutricional óptimo es fundamental antes y después de un trasplante. En personas trasplantadas, una dieta equilibrada ayuda a proteger el injerto, reducir el riesgo cardiovascular y fortalecer el sistema inmune.
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El reto pendiente: más nutriólogos en hospitales
Los expertos también alertan sobre la necesidad urgente de incluir profesionales de la nutrición en los equipos multidisciplinares hospitalarios. Esto garantizaría intervenciones personalizadas y efectivas, algo que aún no ocurre de forma sistemática en toda España.