Las cenas tardías con hamburguesa en mano son una escena común en España. El problema no es lo que se come sino que cuándo se come, advierten especialistas. El organismo no procesa igual los alimentos a las diez de la mañana que pasada la medianoche.
En los últimos meses, diversos nutricionistas en España han resaltado que comer tarde, especialmente comidas copiosas, favorece la acumulación de grasa y altera el descanso. Cuando el cuerpo debería estar en reposo, recibe una carga extra de energía que no logra quemar. Además, el sueño se vuelve más ligero y menos reparador.
El horario importa tanto como la hamburguesa
Los estudios más recientes apuntan a que la ingesta nocturna reduce la eficiencia metabólica y eleva el riesgo de obesidad. Asimismo, se asocia con picos de glucosa que pueden derivar en resistencia a la insulina con el tiempo. En consecuencia, organizar las comidas durante las horas activas del día resulta clave para mantener el equilibrio.
De igual manera, los expertos recomiendan priorizar cenas ligeras que no sobrepasen las necesidades energéticas de la noche. Una hamburguesa puede disfrutarse mejor a la hora de la comida, cuando el gasto calórico del día permite aprovechar sus nutrientes sin sobrecargar al organismo.
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Cómo adaptar hábitos sencillos
Una estrategia útil es cenar al menos dos horas antes de dormir. También conviene incluir proteínas magras, vegetales y grasas saludables que aporten saciedad sin dificultar la digestión. Por otro lado, planear con antelación evita caer en la tentación de pedir comida rápida a última hora.
En agosto de 2025, un estudio publicado en España confirmó que quienes cenan después de las 23 horas tienen un 20 % más de riesgo de acumular grasa abdominal que quienes lo hacen temprano.
