La historia de la vainilla, originaria de México y cultivada por los totonacos, no puede más que resultar irónica y triste. En el siglo XIX el cultivo vivió su “época de oro”.
Sin embargo, durante el siguiente fue desplazado por otros países y pasó de ser el único exportador mundial a ocupar el último lugar en el comercio internacional. La orquídea empleada en las industrias de alimentos, de bebidas y de perfumería, fue impactada por la introducción de producto artificial, cuyo costo es hasta 15 veces menor respecto a la vainilla natural.
Con 25 años en el estudio y el diseño de técnicas de cultivo que pueden elevar la productividad de la vainilla en 600%, el investigador del Campo Experimental Ixtacuaco del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), Juan Hernández Hernández, platica la historia y alternativas para esta planta ancestral mexicana, afectada por altos costos de producción, clima (sequías prolongadas, temperaturas altas), volatilidad de precios y robos.
La vainilla se cultivaba, principalmente, en la región del Totonacapan –Veracruz y Puebla -, es una de las especies tradicionales de este país y se conoce desde la época prehispánica. México fue un gran exportador e incluso tuvo el monopolio de la producción.
Después de la Conquista se llevaron la planta hacia Europa y se dispersó por diferentes regiones del mundo, como Madagascar –hoy el principal productor en el mundo–, seguida de Indonesia, Papua Nueva Guinea, India y Uganda, relata el experto.
La superficie del cultivo en territorio mexicano se estima en mil hectáreas y 4 mil productores, de los cuales 70 a 80% están en Veracruz.
En la última década, la producción de México no impacta en el ámbito internacional y aporta menos de 20 toneladas de vainilla beneficiada para exportación, ni 1% del total mundial.
La máxima producción nacional en toda la historia se reporta en el año de 1958, con alrededor de 2 mil toneladas de vainilla verde, con las cuales se obtuvieron 300 toneladas de vainilla beneficiada.
De ahí ha tenido fluctuaciones, menciona Juan Hernández, uno de los dos expertos en vainilla que quedan en el INIFAP.
“El cultivo ha decaído bastante, porque la gente se va en busca de otros empleos fuera del estado y del país, los bajos precios en ciertos años han desalentado a los productores y los robos también los han desanimado”.
Los precios son volátiles, abunda, han llegado hasta 700 dólares por cada kilo de vainilla beneficiada; ahora es de 300 a 400 dólares.
“En los últimos años, el precio internacional ha disminuido porque ha sido desplazada por la vainilla artificial o sintética, que las industrias compran de 10 a 15 veces más barata que la natural”.
Con todo, acota, la demanda de países como Francia, Japón, Alemania y Estados Unidos, que puede pagar el producto natural, sigue porque la utilizan para intensificar el sabor de helados, pasteles, chocolate y alimentos.
Según estimaciones de los comercializadores, existe un déficit de 100 toneladas de vainilla beneficiada de México para abastecer a ciertas industrias y comercializadores de los países señalados, que prefieren la vainilla mexicana por su calidad y aroma diferente al de otros orígenes.
La vainilla es uno de los productos mejor cotizados y es el saborizante más popular. México exporta 95% de su producción y solo 5% es para mercado nacional, donde se destina para la elaboración de extractos y artesanías.
Los precios son un “albur”, hay incertidumbre, pero aun así una tonelada de vainilla en verde alcanza 500 mil pesos comparada con los 4 mil pesos de una tonelada de naranja en Veracruz, que incluso si se obtiene 20 toneladas por hectárea, serían apenas 80 mil pesos.