Los diversos usos medicinales y terapéuticos del ajo contra enfermedades como el cáncer, la trombosis o sus efectos sobre el sistema inmune, son motivo suficiente para retomar el estudio sobre sus propiedades nutracéuticas, que han propuesto investigadores del Insituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
El ajo ha tomado notoriedad en estos tiempos, porque además de su uso culinario, en hojuelas, en sales, crudo o guisado, existen numerosos estudios científicos, tanto in vitro como in vivo, que documentan sus propiedades farmacológicas, su poder antiséptico, sus efectos antibacteriales, antifungosos, antitumorales, hipoglucémicos, e insecticidas entre muchos más.
Los estudios igual registran su acción antimicrobiana, antihipertensiva, antitrombótica, anticarcinogénica –previene o retrasa la evolución del cáncer–, antioxidante –disminuye los radicales libres–, hipolipemiante –disminuye niveles de lípidos en sangre– e inmunomoduladora –estimula o deprime el sistema inmunitario.
Innumerables son los usos del ajo, que de manera tradicional se ha empleado en el tratamiento de bronquitis crónica, catarros, asma bronquial, gripe, gastritis o espasmos abdominales. Se usa de manera tópica (a través de lociones, cremas, espumas, geles, gotas) para el tratamiento de callos, verrugas, otitis, artritis, dolores en articulaciones o ciática.
A lo largo del siglo XIX se realizaron diversas investigaciones para analizar a detalle las propiedades curativas del ajo, y se lograron aislar ciertos principios activos. Hoy, los científicos pueden afirmar que esta especie ayuda a reducir en 20% el nivel de colesterol en la sangre, evita la formación de coágulos sanguíneos y está comprobado que tiene un fuerte poder bactericida.
La maestra Elena Heredia García, investigadora del INIFAP en el Campo Experimental Bajío y experta en este cultivo, se ha dado a la tarea de compilar dichas referencias científicas, a partir de lo cual añade: el ajo ha sido ampliamente recomendado para la cura de numerosas afecciones y dolencias como heridas, llagas, úlceras pestilentes, neumonía, bronquitis, dispepsia atópica y desórdenes gastrointestinales y está probado que es efectivo contra organismos como Salmonella typhimurium y Escherichia coli; incluso, se menciona que el ajo destruye larvas de numerosas especies de mosquitos.
Los hallazgos arrojan que los componentes del ajo con mayor capacidad antioxidante podrían ser dos sustancias: S-alil-cisteína y alicina.
Sus propiedades farmacológicas se atribuyen principalmente a los componentes azufrados y, en la actualidad se elabora un sinnúmero de preparados con esta especie, como son: el ajo deshidratado, pulverizado y encapsulado; esencia; macerado en aceite vegetal y extracto añejo de ajo.
Dadas las experiencias sobre el uso de esta especie asociadas con la salud y que las investigaciones en México, aún son incipientes, Elena Heredia plantea que es importante recuperar la inversión de recursos para estas investigaciones, que se han visto obstaculizados en administraciones pasadas del INIFAP; tal es el caso de un proyecto que se tenía programado en 2017 para estudiar las propiedades nutracéuticas del ajo, en colaboración con el CINVESTAV, Unidad Oaxaca.
También se considera de suma importancia el aprovechamiento de bancos de germoplasma para identificar materiales de interés con diversos componentes útiles en la industria farmacéutica –aceites, concentración de alicina, compuestos azufrados, entre otros.