En el libro La obesidad en México: estado de la política pública y recomendaciones para su prevención y control, publicado en 2019 por el INSP, junto con la UNAM y la Academia Nacional de Medicina, se explica que los azúcares añadidos en la dieta de los mexicanos representan el 12.5% de las calorías que se consumen diariamente.
Refrescos, bebidas saborizadas, deportivas y energéticas, aguas frescas, café y té endulzados y leches saborizadas, son la principal fuente de esos azúcares pues contribuyen con el 69% del total de azúcar añadida.
Del total de la dieta de las y los mexicanos, el 10% de la energía proviene de bebidas azucaradas.
En este reporte se explica también que el gasto que se realiza en los hogares mexicanos para comprar estas bebidas representó en 2016 el 5.6% de sus presupuestos, mientras que solamente destinan el 2.4% para comprar legumbres y leguminosas, 3.4% para adquirir frutas y el 4.8% para la leche (no endulzada), entre otros alimentos preferibles para tener un buen estado de salud.
La elevada prevalencia de sobrepeso y obesidad que se observa en la población mexicana es el resultado de un ambiente obesogénico donde los alimentos nutritivos son menos accesibles y asequibles para algunas comunidades y dónde la población está sometida de forma permanente a una alta exposición de publicidad de productos ricos en ingredientes críticos nocivos para la salud.
Para la FAO la transformación de los sistemas alimentarios es prioritaria.
Se requiere que estos sean saludables, resilientes y sostenibles, para ello esta agencia especializada de las Naciones Unidas hace un llamado a los gobiernos para que impulsen e instrumenten políticas públicas que incorporen la nutrición en sus enfoques de la agricultura y en los sistemas de protección social; reduzcan los factores que aumentan los costos en la producción el almacenamiento, el transporte, la distribución y la comercialización de alimentos; y fomenten un cambio de comportamiento a través de la educación y una estrategia de comunicación integral, incluyendo el etiquetado claro, que facilite elecciones alimentarias saludables de la población